martes, 4 de agosto de 2020

A mi amigo Pedro Felipe

    Ayer fue un día gris no solo por el ambiente nublado y de lluvia. Al despertar como siempre muy temprano me entero de la muerte de mi amigo Pedro Felipe Anzola Fadul Q.E.P.D. 


    Conocí a Pedro Felipe en mi adolescencia, aunque era un tanto mayor que yo siempre coincidíamos en este pequeño pueblo que era Acarigua y por las  actividades que cada quien hacia, su casa materna estaba muy cerca de la ferretería del Sr Federico Lobaton, donde a esa edad acudía casi a diario por la relación de amistad que mantenía y mantengo con su hijo Renny.

    De muchachos no fuimos mas que conocidos, pero en los noventa Pedro monto EL GRAN SALON DE PIPE, justo diagonal a RADIO ACARIGUA y desde alli comenzamos a labrar una gran amistad, forjada bajo el respeto y confianza.

       Pedro Felipe siempre fue un tipo emprendedor, con mucha suerte en los negocios y aficionado a los juegos donde esa suerte no lo acompañaba siempre; recuerdo haberlo sacado de sitios donde en su juego favorito perdía mucho dinero y lo obligue a retirarnos apesar de las malas caras y actitudes del resto de los jugadores antes de que perdiera el doble o el triple de lo que ya perdía.

    En esa época nos encontrábamos todos los días en jornadas de trabajo y en otras para divertirnos, aunque nunca fui amante del juego siempre me pedía lo acompañara y asi lo hacia, algunas veces condicionándolo a que yo disponía la cantidad de dinero que perdería ese día y así era.

    "Pipe" como le decían sus amigos y algunos otros que solo les interesaba la cercanía fue un buen tipo, como todos; con sus cosas buena y malas, pero extraordinariamente amoroso de su madre y con gran respeto por la memoria de su padre.

    Hoy a pesar de no poder acompañarlo a su ultima morada mantengo en mi memoria su risa, gestos y acciones que siempre voy a recordar de un buen amigo.

    A su esposa Raiza, a su hijo Pipe, sus hermanos Pedro Jose, Maigualida y a toda su familia mi palabra de solidaridad y reiteración de mi amistad.

    Descansa en paz Pedro Felipe.






miércoles, 25 de marzo de 2020

LA PUNTA DEL ICEBERG

Mi amigo y hermano el Licenciado en comunicación social y locutor RAFAEL HERNANDEZ, me escribe un correo y de inmediato le solicite su permiso para publicarlo. Este representa una pequeña porción de la historia de lo que vivimos juntos en RADIO ACARIGUA y en nuestro transitar por la vida unas décadas atrás.
Rafa es una de las personas que mas influyo en la vida de mi hermano Rafael Ignacio y en la mía. Siempre estare agradecido con Dios por haberlo convertido en mi hermano mayor y  mentor de quien aprendí muchas cosas en esta pasión que compartimos por la música, la radio y la creación.

Esta preparando un trabajo que seguro estoy sera sumamente interesante, esto apenas es

LA PUNTA DEL ICEBERG

Hola Ybrahím. Aquí te envié el segmento de un proyecto escrito que comencé hace
algún tiempo. La idea era, al principio; hacer una especie de retrospectiva acerca
de gente que he conocido y que ha tenido influencia en mi vida, en forma directa e
indirecta.

El proyecto al cual me refiero es Gente Súper. Esta es apenas una especie de

separata, que enriquece una serie de vivencias en diversas dimensiones y
contribuye, grandemente a que su expresión sea más humana.

Entiendo que esta es una tarea muy exigente y que requiere dedicación

permanente. Ahora, actualmente; puedo entender que no es cosa fácil. Sobre todo
en estos últimos tiempos. Circunstancias que sugieren muchas preguntas y que no
han tenido respuestas, nos mantienen atados, limitados a una situación que ya
sabemos es inviable…

Sin embargo, como la memoria consiste en retener y recuperar experiencias

pasadas para darles un uso en el presente. En esta oportunidad cuando nos
enfrentamos ante indeseables acontecimientos, debemos adaptarnos a otros
patrones de actividad y conducta que nos ayuden a superar etapas traumáticas y
dolorosas que ahora padecemos en vivo, solo que han de quedar grabadas en
nuestro pensamiento y que nunca serán echadas al olvido.



Hace pocos días, en medio de la atribulación que nos aprisiona el alma. El alma

de todos venezolanos que conscientes de la situación que ha transformado a
Venezuela, a veces, nos impulsa a dar rienda suelta a nuestra libertad de
pensamiento e imaginación para retroceder en el tiempo en alas de la música y
aliviar un poco la carga que con resiliencia sobrellevamos como país.

Y como el pensamiento es muy veloz y la imaginación no tiene límites, a través de

una abstracción mental y con la música como medio, fue muy reconfortante para
mí trasladarme hasta los dorados años 70. Y entonces me di perfecta cuenta de
que los seleccionados como mis compañeros de viaje para esa ocasión, producían
el combustible ideal para abordar con energía y buena vibra esa travesía.

Y así fue como aterricé feliz de la vida en el pasado “blindado” por los momentos

intensos de felicidad que convertidos en gratísimos recuerdos con la banda sonora
del rock progresivo generado por Premiata Forneria Marconi, disfruté parte de una
música que identificó un ciclo vital compartido en Acarigua (estado Portuguesa).
Allá viví con amigos del alma, entre ellos, por supuesto, Ybrahím Saavedra.


Hay que subrayar este nombre y destacar su apellido completo. Saavedra, por su

padre Alberto, y López por su madre, Pina. Ybrahím, fue desde el principio, como
un hermano menor para mí, así como también lo fue su querido hermano, Rafael
Ignacio. Su padre, Alberto Saavedra protagonizó en mi vida, el rol de primer padre
putativo en mi existencia. En verdad las circunstancias se dieron para que nos
conociéramos (una década atrás), cuando su papá, el inolvidable Alberto
Saavedra se trasladó desde Barquisimeto, capital del estado Lara hasta Acarigua
y arribó con su familia a trabajar en Radio Acarigua y radicarse allí, justamente
adonde llegué también a una edad muy temprana y me uní al grupo familiar.

Como no recordar cuando llegué a la ciudad de Acarigua. Hasta puedo retroceder

a la aventura y significados ilusionantes que llenaban mi pensamiento en el primer
viaje que me llevó hasta la tierra donde nació Páez. Recuerdo que fue Juvenal
Ramírez, a quien sus familiares y amigos llamaban cariñosamente “Dumbo”.
Nunca llegué a saber el porqué del remoquete. A mí Juvenal nunca me pareció un
elefante, en caso que haya sido renombrado por el animal. Juvenal era hermano
de Ramón Ramírez, quien comenzó a trabajar en el medio radio en Barquisimeto,
posteriormente se convirtió en un próspero comerciante. En esos tiempos fue
cuando conoció a Alberto Saavedra y así comenzaron a trabajar juntos. Más tarde
prosiguieron esa alianza cuando Ramón Ramírez se convirtió en el propietario de
Radio Acarigua. 
Cada vez mi pensamiento ha revoloteado en torno a los recuerdos que se 
mantienen permanentes cuando evoco al viejo Saavedra. Me
acostumbré a su paso. Y lo seguía desde muy temprano en la mañana cuando
salíamos de la casa donde vivíamos muy cerca de la emisora. Cada mañana,
antes de salir el sol, andaba yo el camino que nos llevaba hasta la refresquería ¿o
cafetería? Curpa… en el reducido centro de la ciudad. Allí nos tomábamos nuestro
primer café. Por entonces Radio Acarigua tenía su sede en la avenida Libertador,
enfrente a la escuela Palacio Fajardo. Eran silvestres aquellos tiempos. Muchos
nos conocíamos, unos de trato y otros tantos de vista. Con el tiempo, la radio hizo
que muchas más personas nos brindara su cercanía directa o indirectamente.
Claro, sobre todo a Saavedra, el viejo y a Ramón Ramírez. Más a Saavedra
porque él era la cara visible. Él representaba a Radio Acarigua en la mayoría de
sus aspectos. Ramírez hacía acto de presencia por asuntos “especiales”. Pero
cotidianamente era Alberto Saavedra a quien la gente se refería a la hora de hacer
referencia a Radio Acarigua. Inclusive para muchas personas, el viejo Saavedra
era socio de Ramírez. (Para mí era mucho más que eso).

Lo cierto es que transcurrió el tiempo, y así la década de los años 60 llegó a su fin

y comenzaron los años 70. El mundo empezó a cambiar radicalmente. Muchos,
todavía coinciden en que Venezuela era una nación con una perspectiva única en
América Latina. En efecto se vivía tan bien que nadie se quería ir del país. Y si
salía era para regresar a sentir la vida con mayor intensidad, algo así como
“resetearse”. Había de todo. Ni hablar de los mercados que se hacían en aquella
época. Teníamos una existencia en el marco de un país que se reflejaba en la
dinámica occidental del capitalismo por excelencia que era Estados Unidos. Claro,
en pequeña escala. Quienes podían darse el lujo viajaban a Estados Unidos,
preferiblemente a Miami. Allí estaba esa tierra del Sol. La que sería el refugio, el
epicentro de la cuba “mayamera” de los cubanos desterrados por los barbudos
comandados por Fidel y el vagabundo “Che” Guevara. Este último era la mano
asesina del autor material de gente que fue fusilada por expresa orden de Fidel
Castro, el matarife intelectual de quienes no estaban de acuerdo con él.

La década de los 70 hizo su apertura en el mundo y no podía ser de otra manera

los cambios se hicieron sentir en muchas partes del planeta. Entonces los cambios
no se detuvieron y la década de los años 70, comenzó a brillar. Pienso que era
como una estrella “supernova”, a medida que el tiempo transcurría su brillo
aumentaría muy intensamente de tal manera que explotaría como una poderosa
bomba de la propia civilización. En lo social, en lo político, lo económico, las
guerras; asesinos en serie, los movimientos ecologistas, las drogas, el terrorismo,
la tecnología y la música. Malos, pero también buenos recuerdos. Los 70 vieron
separarse a Los Beatles y el nacimiento de las carreras solistas de sus
integrantes. En los 70 se produjo la partida de Elvis Presley, uno de los
precursores del rock. Por otra parte surgió la génesis de sorprendentes
agrupaciones, como la Premiata, por solo mencionar uno de los grandes de la
evolución del rock en la industria cultural y el entretenimiento.

Y fue precisamente en esa década cuando Radio Acarigua experimento una

transformación como medio de comunicación, por dentro y por fuera. La emisora
que con el tiempo daba pasos sin descanso ni pausa, dio un salto cualitativo
cuando mudó su sede y se ubicó en una edificación más adecuada a los tiempos
que se vivían y acorde con los incesantes cambios tecnológicos que, sin parar, se
producían en aquel ciclo histórico.

Fue entonces, cuando el estudio de grabación de la radio, adquirió una

importancia relevante que incidió positivamente en la programación. Antes de que
la empresa tuviera a su disposición un estudio semiprofesional en aquella época,
las grabaciones se realizaban en un viejo equipo de marca alemana que era
cuanto teníamos a nuestro alcance para canalizar nuestra creatividad en la
producción de cuñas y promociones que hacían marco en la programación diaria.

Es oportuno recordar que en aquella etapa, esa creatividad estaba en nuestras

mentes y se reflejaba, justamente; en la realización de las cuñas que grabábamos
a los anunciantes y las promociones relacionadas con la programación fija y
eventos que se transmitían para complementarla.

El disfrute que sentíamos cuando hacíamos nuestro trabajo de producción,

realización propiamente dicha y postproducción era una emoción compartida.

Desde escribir el texto, trabajar una sesión con la voz que hacía locución,

seleccionar la música apropiada, así como algún efecto de sonido, y darle un
toque final al producto, era para nosotros una forma de vivir haciendo lo que nos
gustaba.

En el departamento de grabación, cada quien fue afinando su especialidad de

acuerdo con la clase de programa que le correspondía, tanto en el rol de
conductor del espacio o como operador del mismo, fuera en el ámbito musical,
noticioso, de opinión o deportivo; en estudio o en modo remoto. A mí,
particularmente, me favoreció el hecho de estar al día con la revolución musical
que se producía en el mundo en aquellos dorados años setenta. Todo el caudal,
no solamente de nuevos artistas del arte musical sino también de tendencias de
estilos, contribuyó a que mi cultura de oído incrementara el nivel de conocimiento
permanente. Al principio, debo decir que yo disfrutaba de la particular preferencia
que me dispensaba el viejo Saavedra. Él me suministraba toda la música nueva
que llegaba a la emisora por parte de las disqueras. Hoy me doy cuenta de que
esa actitud representó para mí una especie de premio a mi incipiente habilidad
como escritor de cuñas o armador de rompecabezas a la hora de trabajar en
producción y grabación. El viejo Saavedra me hacía sentir su aliado.

Cada vez que llegaba un lote de discos de vinil, era una fiesta. Primero para mis

ojos, el arte y originalidad de aquellos tiempos saltaba a la vista por su creatividad
en las portadas del contenedor del disco y posteriormente para mis oídos que no
se cansaban de escuchar escudriñando ese océano de música genial. Era como
un tsunami. Nos llegaba desde las disqueras y como olas gigantes surfeábamos
llenos de contento. Todavía hoy es algo realmente indescriptible. Tanto fue así
que para recordar un ejemplo, con la música de Premiata trabajé en la elaboración
de cuñas y promociones utilizando variados segmentos de una de sus
producciones emblemáticas: Per un amico.

Per un amico fue el segundo álbum de esta excelente agrupación italiana de rock.

De rock progresivo para más señas. Fue editado en 1972 en Europa, aunque a
Venezuela nos llegó un poco más tarde. Es imposible, por lo menos para mí,
escuchar Per un amico, en toda su extensión y no recrear la historia de nuestra
existencia para quienes vivimos esa época con toda su intensidad. La Premiata
fue un suceso no solo en el viejo continente. Cuando la fiebre dorada del rock en
los años 70, la Premiata hizo su presentación en vivo en Nueva York compartió un
concierto inolvidable con 250 mil personas. Ahí en ese concierto Per un amico
marcó un momento espectacular e histórico. El impacto entre los norteamericanos
fue inmenso. En el año 1973 esa obra magistral de rock progresivo fue editada en
Inglaterra su versión e inglés.

Cómo olvidar esos momentos mágicos que vivimos en aquel improvisado estudio

de grabación, mientras el viejo Saavedra nos observaba con una mirada que
denotaba complicidad y desbordada simpatía por lo que hacíamos. En ese espacio
Ybrahím Saavedra y Gregorio Rodríguez sembraron una semilla artística que
germinó en una agrupación musical. De los textos de cuñas comerciales y
promociones programacionales, pasé a escribir, tímidamente algunos versos. Gino
Spataro, se unió a la idea original del proyecto y entonces surgió una idea que nos
unió en torno al arte musical en calidad de intérpretes. Apareció el grupo Los
jinetes del apocalipsis. Biaggio o Gino Spataro, estaba a años luz, técnica y
tecnológicamente con respecto a lo que se hacía en materia discográfica por
aquellos tiempos en nuestro pequeño ámbito.

Pero, en síntesis… ¿qué significaba para nosotros ese proyecto de grupo con

aquel nombre tan rimbombante e irreverente?

No éramos ni aspirábamos ser coros angélicos. Tampoco nos sentíamos íconos

de la poética ni artífices de la música. La extravagancia de llamarnos jinetes no
nos representaba como centauros sobre máquinas de hierro con rugido de
motores. Nunca pasó por nuestras mentes el sonido de las trompetas del
Apocalipsis retumbando en el cielo. Y aunque en alto vuelo se desplazaban
nuestros pensamientos, siempre teníamos los pies sobre la tierra y el corazón
puesto en lo que hacíamos cada vez que contábamos con tiempo libre Queríamos
expresarnos en el mundo de música con voz propia ante el universo deslumbrante
de los años setenta. Y aunque eso era mucho pedir, la vida nos regalaba una
emocionante oportunidad. Cuando nos agrupamos y formamos Los Jinetes del
Apocalipsis, lo hicimos para liberarnos a punta de pura catarsis… ¡catarsis pura!

Aquella época, irrepetible; fue para nosotros, como ocurrió con gran parte de la

juventud, un acercamiento a la música que considerábamos muy nuestra. Aunque
nos referimos en este momento al pasado, en aquellos momentos éramos un
grupo de jóvenes que nos sentíamos en el futuro. El presente era solo un
momento que transcurría velozmente. Nosotros queríamos seguirle el paso.
Ahora, aparte de todo ese irrepetible pasado que hemos vivido, tenemos un
presente que es obsequio de vida. Ese aquí y ahora que es fuente de nuestra
existencia sigue fluyendo. Cuando estábamos en plena juventud, teníamos que
ser el cambio que todos queríamos ver. Pero el secuestro de la civilización y el
empoderamiento de la barbarie, impusieron el caos y eliminaron las normas para
gobernar como un pseudo imperio.
Quiero cerrar este capítulo con el principio de una oración que desborda belleza y
humanidad. Porque la humanidad, en medio de su libertad de pensamiento se
aferra a las palabras que tienen un significado especial para quienes estamos
buscando paz en tiempos de agitación, desesperación o incertidumbre.
“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el
valor para las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

Ybrahím, hermano; esta es solo la punta del iceberg del proyecto que escribo. Un

proyecto que es de todos los que vivimos épocas inolvidables que siempre
recordaremos con alegría. Un sentimiento que en estos momentos vale la vida
revivir.

Un gran abrazo.