domingo, 20 de junio de 2010

Una cuestión de actitud

Ocurren hechos en la vida que te hacen identificar con personas que a lo mejor ni generacionalmente son parecidas a uno.

Generalmente pasa con personas mayores que uno, mas sin embargo aparecen algunos elementos que aunque más jóvenes demuestran que sus ideales y principios son como los tuyos. Y cuando digo que te identificas es por que compartes los mismos valores, y sus palabras y acciones, junto a los resultados te dicen que lo que has hecho, esta bien.

Hoy quiero hacer unos comentarios sobre un personaje en particular, que a pesar de conocer hace varios años, fue hasta hace poco que sostuvimos una conversación que se convirtió rápidamente en una relación de amistad sobre unas bases solidas, sentimientos y acciones que compartimos.

Cuando se escucha a alguien que arriesga todo por la salud de sus hijos y que además lo transmite no solo con palabras, si no que convierte ese amor por los hijos en amor por el prójimo, transformando su actividad en un apostolado por la ayuda humanitaria, no solo espiritual, si no mas bien integral.

Ciudadanos que se preocupan por mejorar a las personas que comparten su entorno no solo en sus actividades profesionales, comerciales; si no aun en ayudarlos a crecer brindándoles las herramientas necesarias para que cultiven los más altos valores morales, que al final los convierte en mejores personas y buenos ciudadanos.

Hace unos veinte años cuando iniciábamos las primeras emisiones de una señal de frecuencia modulada en Acarigua, se presento en las oficinas de la estación un muchacho que comenzaba a transitar el mundo comercial, recuerdo que vendía aquellos cuadros tridimensionales que eran toda una innovación para la época. Hicimos negocio y se fue.

Por razones estrictamente profesionales asisto a una reunión de trabajo con un comerciante reconocido como exitoso dentro de su ramo y me encuentro con este personaje, que además recuerda con satisfacción el hecho de que alguien sin conocerlo aun, le brindo la posibilidad de sentirse motivado a seguir haciendo lo que venia haciendo. De allí en adelante fue una conversación de esas que nadie quiere que termine, por lo anecdótico, lo positivo, lo llena de valores y cosas bellas como el amor por los hijos y el respeto por la familia; y por que nadie quiere que las palabras cuando te nutren, te enseñan, te motivan, terminen.

Este personaje de esta nota arriesgo todo su futuro comercial, sus ideales económicos, su tranquilidad, su juventud en parte, solo por recuperar algo que incluso sabiendo lo difícil que era conseguirlo lo soporto con ahincó, contando con el respaldo de una buena mujer y una mejor familia, pero apoyado en un inmenso respeto por Dios y una extraordinaria fe, de esas que hacen invencibles a las almas.

Es duro decirlo, como será vivirlo: transitar el primer año de vida de tu hijo en un hospital, fuera de tu ciudad, soportando las vicisitudes más duras, viviendo esas horas donde la incertidumbre a veces pareciera doblegar el espíritu, encontrando fuerzas para crear una fortaleza que solo el amor por Dios y por nuestros hijos puede construir; pero además ayudando a otros a ser mejores, brindándoles pequeños detalles , mostrándoles un camino limpio y transmitiéndoles esos ejemplos que salen del alma, que son los que llegan y se quedan en quien los recibe.

Estas palabras no tienen la intención de alabar, ni ensalzar al personaje protagonista, mas bien me sirven para que otros que también transitan el sendero del éxito y han recibido con meritos o no el apoyo supremo lo analicen.

Por que el hacer bien a los demás trae consigo el bien propio; el amar a los demás con la misma intensidad con que amas a los tuyos, solo devuelve el milagro de alcanzar lo que nos proponemos.

Así son los hombres que trascienden, así son quienes dejan huellas inalterables en sus hijos, que es mas importante aun, que dejarla a los demás.

Con respeto y aprecio a mi amigo Leonardo Pinto Guerrero.